Daniel-a
Creo que ya no sé mucho de cartas, ni siquiera de las historias de papel. Ahora, conozco de otras cosas, de otras formas de sentir, otros aromas, nuevas emociones. Poesía de la nueva y de la vieja, pero que ahora, por fin cobra sentido.
Escribo mientras siento cómo es que quema por dentro, tratando de esconder las lágrimas y de detener al corazón que se me escapa en cada palabra.
Me inunda el miedo que desemboca en tímidas risas, y otras, no tanto. Miedo de esto que estoy sintiendo, al rozar tu mano, verte y suspirar, sentirte aun si no estás; de querer devorar al mundo a tu lado, agarrada de ti, de mí.
¿Cómo le explicas a un poeta que toda su poesía apenas cobra sentido? Pues lo hace desde que te conocí...
Basta de buscar explicaciones, de respuestas carentes de raciocinio, de atribuciones al destino, a un nombre, una profesión, una canción, a un 21 de Diciembre.
Detengamos el miedo y el freno a la cursilería, a la palabrería, el baile, las flores y los corazones.
Hombre mío, todo es tan sencillo, no debemos complicarlo tanto. Desde tu llegada, desde nuestro encuentro, sonrío más; desde que soy tuya, soy más mía. Y ya no me aterra decirlo, pensarlo. Es más, quiero gritarlo. Tengo la necesidad latente de que el mundo se entere de lo mucho que te quiero, de nuestras risas, el silencio, las miradas, sonrisas e inclusive el llanto.
Que no haya duda existente de lo mucho que me tienes. Que no dudes de mí, de ti, de nosotros y nuestro amor. Quiero que me mires, pienses, te pierdas y si tenemos suerte, que te encuentres siempre en mí. Con temor al plazo fijo, pero que lo hagas.
Déjame entrar y permíteme volverte palabras en papel, porque, ¡carajo, eres tanta poesía!
Escribo mientras siento cómo es que quema por dentro, tratando de esconder las lágrimas y de detener al corazón que se me escapa en cada palabra.
Me inunda el miedo que desemboca en tímidas risas, y otras, no tanto. Miedo de esto que estoy sintiendo, al rozar tu mano, verte y suspirar, sentirte aun si no estás; de querer devorar al mundo a tu lado, agarrada de ti, de mí.
¿Cómo le explicas a un poeta que toda su poesía apenas cobra sentido? Pues lo hace desde que te conocí...
Basta de buscar explicaciones, de respuestas carentes de raciocinio, de atribuciones al destino, a un nombre, una profesión, una canción, a un 21 de Diciembre.
Detengamos el miedo y el freno a la cursilería, a la palabrería, el baile, las flores y los corazones.
Hombre mío, todo es tan sencillo, no debemos complicarlo tanto. Desde tu llegada, desde nuestro encuentro, sonrío más; desde que soy tuya, soy más mía. Y ya no me aterra decirlo, pensarlo. Es más, quiero gritarlo. Tengo la necesidad latente de que el mundo se entere de lo mucho que te quiero, de nuestras risas, el silencio, las miradas, sonrisas e inclusive el llanto.
Que no haya duda existente de lo mucho que me tienes. Que no dudes de mí, de ti, de nosotros y nuestro amor. Quiero que me mires, pienses, te pierdas y si tenemos suerte, que te encuentres siempre en mí. Con temor al plazo fijo, pero que lo hagas.
Déjame entrar y permíteme volverte palabras en papel, porque, ¡carajo, eres tanta poesía!
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