UN CIGARRO CON SABOR A TODA LA VIDA.
La metáfora del cigarro.
El cigarro dejó de ser el epítome de mi poesía, incluso me sienta mal, pero hoy que todo duele, se antoja. No fumarlo, solo ver cómo se consume.Prenderlo y dejarlo reposar.
Y así como el cigarro, el amor; se necesita un instante, un contacto, una mirada para que brote, para encender la llama, y es verdad que hay algunas que ni con el mar se apagan.
Se requiere devoción para consumirlo y saborearlo toda la vida. Y se apaga, pero se conserva un beso con sabor a poesía.
Se puede encender y olvidar, dejar que sólo se apague y el aire se lo lleve. O disfrutarlo, así te dure unos segundos o minutos; procurarle y sonreirle cada que está cerquita.
Liar cigarrillos entre tus manos y las mías, llenos de cariño vacío, entre charlas vagas y las profundas también, que desde esa noche no he dejado de pensarte; que desde nuestro último encuentro, te he echado de menos.
Que duele que no hayas tenido el valor de seguirlo queriendo, que haya sido prendido sin intención de ser fumado. Yo lo intenté, a pesar del daño que causaba y de no ser lo que buscaba. Pero cariño, estoy cansada de hacerlo sola.
Prenderé un último cigarro, y, éste va en tu honor, no le daré una sola fumada. Lo dejaré esperando que se consuma, llevándose con él, la promesa de nuestro amor.
Comentarios
Publicar un comentario