SUCULENTA

 Desconocíamos dónde, pero en algún lugar se perpetuaba nuestra historia. 

Prometí no dedicarte una palabra más. Me tienes escribiéndote en prosa, pensándote a versos. 

Pensé en dejarte morir, suculenta, pero crecías al paso que él en sueños me visitaba.

Bailamos, sonreíste, te miré, "No, cariño, ya se nos enfrió el café." Te dije. 

<<Pero me encanta el café frío.">> Pensé.

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