Te escribiré un juego de letras. (Pt.1)
Hace unos días, encontré este cuento que escribí hace unos años, y de verdad quería compartirlo. Está inspirado en un viejo amor, y consta de dos cartas; ésta, la primera. Usaré nombres falsos, para contar una historia real, que "llevo dentro, hasta la raíz."
Te escribiré un juego de letras.
Nicholas:
Escribe sobre mí, sobre esto, sobre nosotros.
Escribiré el cuento más bonito en esta carta,
te dedicaré las palabras más románticas, e inventaré historias con una pizca de
la realidad.
Hoy te pienso un poquito más, al cantar,
escribir y soñar. No debería, es verdad, pero cómo evitarlo. Tu sonrisa
arrogante no sale de mis pensamientos, y cómo olvidar tus varoniles manos, tu
largo, ondulado y castaño cabello deslizándose por tu rostro, y esa mirada; tan
profundos ojos color miel, suaves y apasionados al mirarme y fuertes al
retarme.
Existen demasiadas palabras en mi mente
molestándome por querer salir; y la verdad, es que no sé cómo dejarlas ir.
Tengo un mar de emociones dentro de mí, pero tantos sentimientos han causado una
gran sequía en mis ideas.
He llegado a la conclusión de que escribirte
resulta en vano, pues debo de empezar a olvidarte; pero cómo olvidarte si te
pienso todo el día, todos los días.
Pienso en ti muy despacito, tratando de
analizar cada pedacito de ti. Me sorprende cómo fluyen las palabras cuando se
trata de ti; aunque para ser sincera, ya no debería hacerlo. Hoy te extrañé un
poquito más de lo habitual, no contestas, estás ausente y me recuerdo
constantemente que debería regañarme por si quiera notar tu ausencia. Nuestra
situación es complicada, siempre lo ha sido, y aún no me acostumbro.
Me dan ganas de escribir cada que te veo,
hablo o te pienso. Y es por eso que lo estoy haciendo, eres mi mejor recurso
literario, aun si no es necesariamente real.
Tiendo a molestarme por quererte, porque sé
que te quiero tanto como tú no me quieres, y eso resulta incómodo, porque me
sorprendí al darme cuenta que, conocías tanto de mí, de la existencia de los
pequeños detalles, momentos que no pensé que recordarías, situaciones que
ingenuamente creí que solo existirían en mis recuerdos. Me sorprendiste y una vez más quedo reclusa
en tu corazón, seducida por tus encantos y belleza.
Aquella tarde de invierno, Nicholas, me preguntaste si sentía algo por ti, e ingenuamente respondí que
sí. Tú no me quisiste responder a la
misma interrogante, dijiste que no sabías, que no estabas seguro; y la verdad es que yo sí conozco la respuesta,
no es necesario ni escucharla ni leerla. Solo la sé, porque estás tan atado como
yo y tanto te conozco que incluso puedo saber lo que estás haciendo, pero te comento,
yo también intenté ignorarte y no funcionó. Pues, ¿Sabes? “Siempre me vas a
querer. Yo represento para ti todos los
pecados que nunca has tenido el coraje de cometer. “ Ah, canijo Oscar Wilde;
cerebro pensante, hombre brillante. Pero
como en todo, tenía una debilidad: Alfred Douglas; arrogante, engreído y poderoso. Aun si Wilde brillaba, llegaba Douglas y lo engatuzaba,
pero el gusto entre ambos era impresionante, se entendían y juntos
brillaban. Las mejores obras de Wilde se
inspiraban en ese amor. Entonces, ¿Que si te gusto? Yo creo que sí lo hago. Tal
vez tú eres mi Douglas y yo soy tu Wilde.
Quien sabe, no sé. Pero aquí estamos una vez más, queriéndolo todo, sin
tener nada. Y no es porque no podamos tenerlo, en realidad somos lo
suficientemente cobardes para no luchar por ello, porque esto que estamos
sintiendo, Nick, no es coincidencia.
Aquella tarde de invierno, Nicholas, tomaste mi mano y caminamos juntos.
Reímos hasta sentir ausencia de aire y mantuvimos una conversación como de
verdad charlan dos enamorados. Aquella tarde de invierno, Nicholas, me enamoré
de ti.
Es irrisorio pensar aquello, porque tal vez todo este
tiempo lo he estado, desde aquel helado que compartimos el verano de hace
cuatro años, en el café que tanto despreciábamos. Ése en el que estuvimos la
semana pasada compartiendo otro par de helados.
Me dijiste que estabas loco por mí:
“Lo que más me gusta de ti, difícil pregunta, ¿no?
Porque no hay solo una respuesta, sino varias, porque me gustan muchas cosas de
ti. Me gusta tu sonrisa distinguida, tu
risa. Me mata tu cabello, es hermoso. Estoy fascinado por lo tímida que eres y
la facilidad con la que te sonrojas, porque eres bellísima. Pero lo que más me
gusta de ti es esa mirada, aquella que va dirigida únicamente a mí. Y me preocupa, pues cada día me gustas más
Isabella. “
Mi amor por ti surgió una vez más, pero si te cuento
un secreto, de esos con poder de cambiarlo todo, siempre he estado enamorada de
ti.
Aquellas tardes de invierno, fueron maravillosas,
todas en tu compañía. Recuerdo con una gota de melancolía cada una de ellas. Y
cómo olvidar las del verano. Nunca pudimos estar juntos, pero cómo nos amamos.
Siempre me hiciste querer más, viví contigo al límite
en cada momento, pues hasta enamorarme de ti era peligroso, pero valía la pena,
cada minuto valió la vida. El tomar tu
mano, besarte, amarte, reír contigo y llorar por ti lo hizo.
Quisiera contarte cientos de historias, y en cada una
de ellas plasmar mi amor, pero no puedo escribirte todas nuestras historias;
las conservaré en mi corazón como baúl y tu nombre de contraseña.
Trato de recordar tu voz, de no olvidar tu risa
burlona y atesorar tu mirar. No quiero olvidarte, Nicholas Van, pero tampoco
puedo tenerte solamente en mi pensar, pues me duele, me duele demasiado. Aún pienso en tu mirada profunda del día que
nos reencontramos. En cómo me observabas, con delicadeza, sin el encanto
arrogante de costumbre. Me besaste con sinceridad, sin temores y mucha ilusión.
Nicholas, jamás estuve tan enamorada como lo estuve ese
invierno, pero tú no lo estabas. No lo suficiente, no para estar conmigo, para
dejarlo todo por mí, dejarla.
Y esa es la verdad, Nick, no tuviste el suficiente
valor para arriesgarte por mí esperando que saliera bien. Tú para mí lo vales,
los riesgos, las desilusiones, con tal de un futuro a tu lado. Tuvimos la
oportunidad de estar juntos y una vez más, como es costumbre, lo lanzamos todo
por la borda.
¿
Por qué ella, Nick? ¿Por qué si quiera tenía que existir
un “ella”?
Yo estaba dispuesta a dejarlo todo por ti, a perderlo
todo, hasta que inclusive me perdí.
Te pedí que me escogieras, aun sabiendo que el el
compromiso era con ella. ¿Por qué no lo hiciste si te lo pedí? ¿A caso no me
amabas? Claro que lo hacías, Nicholas. Esto
que sentíamos no era coincidencia, nunca lo fue y no lo será.
Hoy decido olvidarte, Nicholas, seguir andando y
volverme a enamorar. Cumplir nuestros sueños llenos de emoción. Ser libre, sin
ti.
Recuerdo nuestras promesas e ilusiones y hoy por fin
lo haré; cumpliré el mayor de nuestros sueños, estoy por aventurarme al
paracaidismo, solo que ahora lo haré sin ti, a pesar de lo que eso pueda doler
o significar.
Y aunque tú no lo hagas, yo estaré pensando en
ti. Siempre lo haré.
Hoy te pienso muy despacito, Nicholas, tratando de
analizar cada pedacito de ti. Hoy te
pienso sabiendo que tú no me piensas y toda la vida seguiré pensando en ti. Te llevo
en mi corazón, flojo, siempre lo haré.
Hasta siempre y buenas noches.
Isabella Cage.
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