Un juego al que no supe jugar.
A veces pienso si de verdad me quisiste.
Este no es el tipo de poesía del que suelo escribir. Pero sí es aquello que no me deja dormir por las noches, lo que no me permite avanzar.
En ocasiones incluso me cuestiono sobre la veracidad de mi amor, porque ahora que ya no queda nada, te puedo confesar que me movían otras personas, quizás por tu falta de cariño, o por mi excedente de coquetería.
En días como hoy, que todo se siente mucho, pongo todo en duda. Todo parece tan lejano que si le pones un poco de atención y saboreas el momento puedes hasta llegar a dudar si realmente pasó. Y de ser así, qué tanto fue real y qué tantas fueron mis ganas de sentirme querida.
Y puedo dudar de todo, de cada palabra, pero no del sentimiento. Dicen que recordamos los momentos y no los días.
(1) Cuando paso por donde nuestro primer beso, procuro no voltear a ver el lugar, no pensar en el vestido de flores y el suéter café que llevaba puesto ese día, y cómo tu gorra adornaba mi cabello.
Evito mirar para no recordar la corta distancia entre tu rostro y el mío, pero si cierro los ojos aún puedo sentir y saborear la necesidad de aquel beso.
Es verdad que te enamoras de una persona en determinados momentos.
A mí me bastaron 4. Y son justos los que lo ponen y no en duda.
(2) El sonido de cada acordé de la banda de la cena en el centro, parece una grabación lejana que se va perdiendo mientras avanza, pero lo que no se olvida, es el ambiente de la cantina y el amargo de la cerveza; la canción que te canté en carretera, que aún no me siento lista para volver a escuchar.
Tuve que cambiar de canciones y frecuentar otros lugares.
(3) Acostumbrarme a soltar el teléfono; a restarle importancia a las llamadas nocturnas. Y tus ganas por contarme cómo salió la reunión. Tratar de olvidar que me sentía irrisoriamente feliz, sentada a oscuras a media noche en la sala para que así nadie escuchara. No pensar que en ese momento, me hiciste sentir parte.
No quiero pensar que alguna vez nos quisimos, prefiero odiarte y hacerme a la idea de que solo fue un juego al que no supe jugar.
Negarme a que todavía duele; convencerme de que me enamoré de la idea, más no de la persona. Que me aferré a ti porque eras lo único que tenía; que perdí la razón, en lugar de encontrarla.
(4) Despertar, sabiendo que no volverás a estar a mi lado, con voz y ojos adormilados, que no bajaremos a desayunar un buffet pinche de un hotel pequeño en el centro de la ciudad.
Aceptar que se acabó, y que así estamos mejor. Que ya no te quiero, que fue mentira y una falsa ilusión.
Pero en las noches, al cerrar los ojos, todavía te siento.
Y entonces, ______, ¿todo este tiempo fue amor?
Este no es el tipo de poesía del que suelo escribir. Pero sí es aquello que no me deja dormir por las noches, lo que no me permite avanzar.
En ocasiones incluso me cuestiono sobre la veracidad de mi amor, porque ahora que ya no queda nada, te puedo confesar que me movían otras personas, quizás por tu falta de cariño, o por mi excedente de coquetería.
En días como hoy, que todo se siente mucho, pongo todo en duda. Todo parece tan lejano que si le pones un poco de atención y saboreas el momento puedes hasta llegar a dudar si realmente pasó. Y de ser así, qué tanto fue real y qué tantas fueron mis ganas de sentirme querida.
Y puedo dudar de todo, de cada palabra, pero no del sentimiento. Dicen que recordamos los momentos y no los días.
(1) Cuando paso por donde nuestro primer beso, procuro no voltear a ver el lugar, no pensar en el vestido de flores y el suéter café que llevaba puesto ese día, y cómo tu gorra adornaba mi cabello.
Evito mirar para no recordar la corta distancia entre tu rostro y el mío, pero si cierro los ojos aún puedo sentir y saborear la necesidad de aquel beso.
Es verdad que te enamoras de una persona en determinados momentos.
A mí me bastaron 4. Y son justos los que lo ponen y no en duda.
(2) El sonido de cada acordé de la banda de la cena en el centro, parece una grabación lejana que se va perdiendo mientras avanza, pero lo que no se olvida, es el ambiente de la cantina y el amargo de la cerveza; la canción que te canté en carretera, que aún no me siento lista para volver a escuchar.
Tuve que cambiar de canciones y frecuentar otros lugares.
(3) Acostumbrarme a soltar el teléfono; a restarle importancia a las llamadas nocturnas. Y tus ganas por contarme cómo salió la reunión. Tratar de olvidar que me sentía irrisoriamente feliz, sentada a oscuras a media noche en la sala para que así nadie escuchara. No pensar que en ese momento, me hiciste sentir parte.
No quiero pensar que alguna vez nos quisimos, prefiero odiarte y hacerme a la idea de que solo fue un juego al que no supe jugar.
Negarme a que todavía duele; convencerme de que me enamoré de la idea, más no de la persona. Que me aferré a ti porque eras lo único que tenía; que perdí la razón, en lugar de encontrarla.
(4) Despertar, sabiendo que no volverás a estar a mi lado, con voz y ojos adormilados, que no bajaremos a desayunar un buffet pinche de un hotel pequeño en el centro de la ciudad.
Aceptar que se acabó, y que así estamos mejor. Que ya no te quiero, que fue mentira y una falsa ilusión.
Pero en las noches, al cerrar los ojos, todavía te siento.
Y entonces, ______, ¿todo este tiempo fue amor?
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