SIEMPRE NO PUDIMOS, GUAPO.

         Nos he dejado de soñar juntos; tus acciones ya no acaparan mi memoria. Se nos escapó la sonrisa, la danza y las miradas. 

Pero te sigo pensando luego de dos copas de vino, al anochecer; un torbellino de emociones que nunca llegaron a suceder. 

Nos viví pensantes, vibrando juntos, pero sintiendo en direcciones opuestas. Nos dejo fugaces, sin ataduras. Se nos acabaron los segundos, dejando en su lugar, 300 razones por las que no pudimos perpetuarlos. 

Y pensar, cariño; nos duró más el bronceado que el amor. 

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