EL SUPER CONTIGO.

Hoy será el último día que dedique mi llanto a ti. La última vez que reviva nuestros momentos en mi cabeza y hoy, otra vez, después de tanto, lo haré en papel.
Momentos sencillos, como aquella primera vez que fuiste al super conmigo, aquel que estaba frente a la casa en Carmen; no sé por qué pensé en eso ahora, pero duele.
Escucho mi risa en mi memoria, suena lejana; me acuerdo incluso, de la falda azul que usaba aquel día, que ahora ya ni siquiera tengo. Y, sobre todo, recuerdo haber ido de tu mano, y la seguridad que eso me brindaba, pues sin importar a dónde fuéramos, ya era la dirección correcta. Y con los oídos tapados, el cabello ondulado, ligeramente esponjado por la humedad.
Siempre me gustó ir al super juntos, me hacía transportarme al futuro que tanto deseaba vivir contigo.
Amaba ir al super contigo, realizar cosas sencillas, jugar con tus chinos, tu sonrisa escondida y tu mano sosteniendo a la mía.
Ojalá pudiera vivir eso de nuevo, en diferentes circunstancias, y no solo revivirlos en mi memoria, escuchando tu risa lejana.
Me extraño, te extraño, nos extraño.
No puedes decirme que lo que vives ahora te hace más feliz que estar conmigo. Que jugar billar te es más divertido que ir por los pasillos de la zona de bebés jugando a ser adultos. O que llorar solo te es más reconfortante que hacerlo en mi hombro.
¿En qué momento se volvió rutina el saltarte el desayuno por la cruda, en lugar de un desayuno rápido y comerlo afuera del super en tu carro?
¿En qué momento dejé de subirme a tu carro?
¿Cuándo se supone que debo borrar tu nombre de la lista de mi celular?
¿Cuándo se supone que debo olvidarte?
Dejé de ir al super, ya no lo disfruto, porque sin ti la vida sigue, nada muere, solo yo.

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